Una mañana de sábado, en noviembre de 2009, llegó a la entrada del edificio de la oficina de Santa Lucía, pleno centro de Santiago, una bolita de pelos muy asustada, ya casi sin fuerzas para maullar de todo el pánico que había vivido .
Pasamos varios por ahí, pero yo y una gran amiga protectora de los felinos decidimos rescatarlo, aunque algunos no estaban muy de acuerdo porque había que comenzar pronto una reunión.
Al fin le subimos y ella le fue a comprar leche pues estaba con mucha hambre . Durante esa mañana la bolita de pelos se quedo esperando. Mientras terminaba nuestra reunión, estuvo tranquila y en silencio. Decidimos que se fuera con mi amiga a su casa para cuidarle por unos días, hasta tener como llevarlo a mi casa en Curacaví. Hicimos el trato de que ella sería su madrina y me ayudaría para costear su cuidado. Después me contó que cuando se lo llevó, se aferro a su mano, realmente era un sobreviviente que se aferraba a la vida.
El miércoles siguiente ella lo trajo ya muy repuesto, fue otro día de reunión y nuevamente estuvo esperando para irse conmigo a su nuevo hogar.
Así llego a mi vida y creció a mi lado Apolo, mi gatito dorado que me acompaño por 10 meses.
Se transformo en un bello felino, aunque creo que siempre lo fue, era muy educado y respetuoso. Parecía una estatua egipcia con la prestancia que se sentaba.
Sé que para algunas personas es solo un gato, igual a todos los gatos y sin mayor importancia, pero mi experiencia con él me recordó el cuento “El Principito” cuando aprende de su amigo zorro: http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/LiteraturaFrancesa/saint-exupery/ElPrincipito/capitulo21.asp. Me hiso entender lo especial que este gatito era para mi. La dedicación, el amor y la entrega que le di para cuidarle lo hiso único en mi universo, él era un gato común para otros pero para mí era distinto por el tiempo que dedique a cuidarlo. Me ayudó a aprender que los lazos afectivos no son malos, aunque uno sepa que no son eternos, que abrir el corazón para amar aun ser dentro de este universo sin pedirle nada a cambio, es lo que hace que nuestro corazón crezca. Que la vida tiene muchas formas para enseñarnos a compartir y amar.
Nunca sentí que era mío, le decía mi gatito con cariño pero no como una posesión porque sabía que era de la madre naturaleza y lo habían dejado a mi cuidado por un tiempo.
Aprendí muchas cosas con él en estos meses:
- Le dio más sentido de hogar al espacio donde vivo, ser responsable de él y sus cuidados fue con gusto, aunque a veces se me complicaran las cosas.
- Me despertaba temprano con alegría pues había una linda carita que me saludaba todas la mañanas y me topaba con su patita suavemente para despertarme.
- El regreso a mi casa era motivador, había un hermanito menor lleno de alegría por verme y compartir conmigo.
- Me divertía con su juegos y mimos.
- Era grato verlo a mi lado jugando o durmiendo mientras yo estudiaba.
- Todo esto entre tantos otro momentos fui atesorando con su compañía.
Ahora en esta etapa donde él ha desencarnado y yo vivo ese duelo aprendo a ser agradecida por lo vivido y sé que si uno dio lo mejor de sí debe estar en paz y dejar que la vida siga su curso, pues las marcas de amor que nos educa son eternas.
Lo extraño mucho, y me hubiese gustado caminar mucho más tiempo junto a él en esta vida. Traté de salvarlo y di todo lo mejor que pude para darle una buena calidad de vida cundo estaba sano y en este mes que estuvo enfermo, pero la naturaleza sabe lo que es mejor así que lo dejé en sus manos.
Quiero agradecer a los amigos que siempre estuvieron pendientes de él y sentí su cariño sincero, en especial a su madrina Mariela que nunca dejo de ocuparse de su bienestar.
Mi corazón sigue abierto a una nueva experiencia y adoptaré a otro gatito en el futuro, aunque siento en mi corazón que Apolo no es reemplazable, era único. El otro hermanito menor que llegue tendrá su propio sello y también será único. Aprovecharé todo lo que aprendí con Apolo para darle lo mejor con mucho amor.
Esto también ha sido una enseñanza que me dio "Apolo", por que en otra etapa de mi vida yo decía ¡nunca más sufrir esto! Ahora me quedo con lo bueno y hermoso que viví con él y abro mi corazón a una nueva experiencia.
Espero verte querido Apolo cuando toque mi partida a la otra dimensión.
Con amor,
Jenny Bravo C.